To view this content, you must be a member of Alvaro's Patreon at €10 or more
Already a qualifying Patreon member? Refresh to access this content.

A los Rama

1

FRÍO Y PER­SIS­TEN­CIA, CAL­CÍ­NANSE CON LAN­GUIDEZ;
som­bra, disi­pa­da por pul­ga­da, ultra­vi­o­le­ta.
bril­lo trans­for­mán­dose, aban­dona pinta.

El per­fume sil­vestre emana, la flo­ra hierve el sol.
Ensan­cha verde irra­diación, bosque;
bril­la are­na áurea en la playa.
Está amanecien­do el Mun­do Rama…

Trae la vida, calor, pájaros, sus­ci­ta agua.
Retorno aquí; siem­pre huraño,
inmutable: el inmen­so árbol, sue­lo puro,
lumi­noso mar, río luen­go sin bulla…

La reser­va, agu­da y es tajante
aunque esté llovien­do, siente igual:
táci­ta.

La efeméride no viene, ni mata aquí…
la déca­da no irrumpe, aquí todo crece, nace,
siem­pre.
El sol tiene hijos ‑crían espec­tro- nun­ca daña­dos.
Eternidad tal­la grafe­mas sobre oxi­da­dos min­erales.
Loros y lapas son lan­za­dos arri­ba, por ásper­os bra­zos
de un árbol
que nun­ca cesa multiplicar.

Fruición es vir­gen, viva, afanosa de parir,
ham­bri­en­ta.
Raíces se retuercen para beber, envían vér­tices
para siem­pre sumer­girse, sacia­rse. Los ríos pati­nan
para lamer toda boca sedi­en­ta, astros múlti­ples.
Jabalís rumi­an siem­pre por entre palos,
para cebar pueblos.

En esta tier­ra, mere­triz de quimeras,
el pasa­do arrul­la al pre­sente
en cica­tri­ces de luz, bar­ro o madera.
Los indí­ge­nas miran las entrañas de un pez
y saben. Jamás olvi­dan, fone­mas nacen gri­tan­do la vida
a todo lo que existe.

El mús­cu­lo ha lan­za­do sostenible caza
con vocación de carne, estó­ma­go y hue­sos.
Mate­ria estal­la, se reor­ga­ni­za, obe­dece
cul­ti­vo,
cuer­pos bronces y humanos de gno­sis nauta…

Indí­ge­na Rama, jinete de alta­mar, rompes olas imposi­bles,
humanidad solea­da empuñan­do lon­ja de sus­ten­to.
Des­de niño has­ta anciano aven­ta­jas el sol, abor­do dory,
horas celestes llenan tus ojos con caí­das de gavio­ta…
acuífer­os cam­pos mués­tra­nos tu país.

Aden­tras fér­tiles y den­sos humedales, coco­dri­los
te miran pasar,
la Sierpe asesina forá­neos inva­sores,
entre árboles se ilu­mi­nan vernácu­los espíri­tus,
y hura­canes tran­si­tan sin herir los indios.

¡Rama, fru­to, fisi­ología de trópi­co sig­iloso!
Clo­ro­fi­la te embria­ga, mima tus pies la are­na,
llena tus ojos con explosión celeste,
con­de­sciende el viento.

-Matriz vas­ta, envuelves tus niños.

Un indio sin tier­ra, no es indio.

2

Cen­tenares de sig­los hace
cater­vas cor­rían durante cor­tas vidas.

Del Asia migraron números inmen­sos,
caminos, tras pasos de vol­un­tad.
Biografías avan­z­a­ban, entre caminos de pas­tos,
glaciales blan­cas:
parecían con­tin­uar el universo.

Cazadores prim­i­tivos a van­guardia
acor­ral­a­ban mamuts y rinocerontes lanudos
para ali­men­tar.
Medio frío, bajo copos: ascen­di­entes Rama.

Traz­a­ban capri­chos humanos en geografía
con frío en los ojos, narices, ore­jas.
En mun­dos llenos de tun­dras heladas,
pri­mogéni­tos amer­i­canos acos­a­ban tierra.

Civ­i­liza­ciones de éxo­do
cul­ti­varon teologías proféti­cas,
-abun­dan­cias aguardan, decían
epopeyas.

En Occi­dente medio, algunos se cre­a­ban,
otros avan­z­a­ban; tajaron por sier­ras,
valles, praderas, pero querían selva.

Al reparar exten­so camino
arrib­aron a un país fra­gante, entero de sol,
vien­to, mar…
Un reino nue­vo, vom­ita­ba astros,
san­gra­ba el verde más inten­so,
les adop­tó.

No arras­trarían más car­ga,
tenían nada qué temer…
el cazador se tornó guardián
some­tien­do humil­dad y presa.

Niños cor­rerían desnudos sobre playas
per­ros man­sos juguetearían con ellos,
podían ten­er chozas, grandes entradas
abier­tas al viento.

Tardías eras luego…
Noche fría, Colón arribó a cos­ta,
secuestró dos indios: explotó guías.
Un inven­to lla­ma­do Guatemala pro­cre­a­ba español,
imponía cre­do.
Implan­tadas León y Grana­da,
otros indios desa­parecían…
anon­i­ma­to, guard­a­ba los Rama.

Ultra­mar invadía: maderas cara­belas,
bril­l­a­ban aguas, ori­en­ta­dos obje­tos car­ga­dos,
bajo impe­rio de celosos y reprim­i­dos ortodoxos.

De hela­da tier­ra, donde per­pet­ua guer­ra,
rugía peste negra, rein­a­ba la lep­ra:
ultra­je anal­fa­beto, mon­ta­dos los fieros.
Fue entonces: bucaneros
dieron sobor­no traidor a los Miski­tos,
para Inglater­ra.

Det­on­adores y proyec­tiles a desigual cam­bio.
bul­la, paz acuchilla­da, indios embria­ga­dos
de pane­giris­mo sajón y whisky.
Lau­re­les-mar­i­one­ta para un rey Mosco.

Los Rama dom­i­na­dos, sober­bia manip­u­lación.
Nov­el secuaz de Cal­ibán ini­ció trá­fi­co,
luego irri­gación evap­o­rado­ra, de un pueblo.
Entero un plan­e­ta con mam­postería Indí­ge­na.
y labor cautiva.

Ocul­tos, fugi­tivos en aís­las sel­vas,
Huían: prag­máti­ca xeno­fo­bia.
Menos hos­tiles fueron aldeas del Pací­fi­co
-en oca­siones-.

En uni­ver­so de dis­eño divi­no,
cor­nu­copias enton­adas a veces rojas otras blan­cas,
sanas exten­siones de corales o cao­ba
y letras de poesías verdes…
plan­tó asen­tamien­to la brutalidad.

Cen­turias luego, vino paci­fi­cación.
Indus­trias de hamacas, frágiles cás­caras de carey,
dorys, e hilos de algo­dón:
bland­earon con espe­cia al emper­ador.
A Han­ni­bal el Rama
dio la monar­quía, Rama Cay.

Puri­tanos inmi­graron a Eng­lish Cay
faméli­cos con derog­ar cos­mo­visión:
protes­tantismo anglosajón, grie­ga retóri­ca,
bautismos de novi­cios Moravos.
Les avis­aron que cul­to otro es caí­da,
y esta­do nat­ur­al, sal­va­jis­mo…
tenaz igno­ran­cia caucási­ca baldearon.

Occi­dente y su dinámi­ca saben poco sobre bosques
-nulas son pal­abras en el rumor de un río-.
Impre­deci­ble es el juego per­se­ver­ante de sin­cretismos
y los Indí­ge­nas ajus­taron institución.

Fugi­tivos y hara­pi­en­tos africanos
ocultábanse, náufra­gos en archip­iéla­gos.
His­to­ria aniquila­da, oscu­ranas heladas
entre palmeras y pan­tanos de manglar.
Trincheras de flo­ra, temor, dis­cre­ción,
cóm­plices Ramas en Mon­key Point.

Pactó en Man­agua, buro­c­ra­cia mod­er­na;
en emu­lación impe­ri­al­ista Lon­dres huyó.
Trans­mu­ta­da mosquitia en reser­va:
náu­ti­co socavón, arti­fi­cio, cod­i­cias.
Rubios colo­nial­is­tas, frag­men­tos en tra­ta,
imper­ti­nente miopía positivista.

En hilos de bor­ras­ca agos­ti­za,
envió Zelaya cuer­pos
a suprim­ir el esta­do can­ton­al.
Final ejem­plar sober­a­no,
ya mitad Rama, desertó.
Con­trataron semán­ti­cas
como bas­tas oca­siones, para dog­mas.
Se con­for­t­aron los nuevos amos
con fútiles redac­ciones abstrac­tas,
coac­ción y tra­gos de ron dieron fe,
a fir­mas decapitadas.

El Dia­blo, fuerte y pro­gre­sista
estru­ja­ba ambi­ción sen­sa­cional.
-Querías atrav­es­ar topografías con espa­da,
apos­tar fer­rosas naves gigantes, de vapor-.
Seme­jante afir­ma­ción rim­bom­bante
para tal Esta­di­to, indefinido.

De nue­vo gritó con­ven­ción ofi­cial,
apropiación tumul­tu­osa, etnocén­tri­ca.
Iróni­co, de cien­cia com­pro­meti­da:
-¿Indí­ge­nas nómadas, granje­an­do?-
Es leg­is­lación traicionera la ambigua;
así cobarde, com­pli­ca exa­m­en llano.

Los años pror­ro­ga­ban en monzón,
y cláusu­las civ­i­lizado­ras.
El sór­di­do estru­en­do del dólar
con den­taduras de hier­ro, humo y con­cre­to
explo­sion­a­ba en tími­das faces.
Tropas pro­saicas com­prim­i­das en Wall Street,
cod­i­cia­ban en sus menús al Mun­do Rama;
Unit­ed Fruit Com­pa­ny pasó ras­guñan­do
a húme­dos sil­vestres y labores degradadas.

Somoza, en fácil recur­so al lat­i­fun­dio
incitó campesinos, en hogueras kilo­métri­c­as
ali­men­tadas por cuer­pos faunos e inmen­sas caobas.

La época ésta,
vio Mon­key Point ocul­tan­do mil­itares.
El gol­fo paría proyec­tiles, cañones,
erguidas alam­bradas, silen­cio mar­cial
y una pista aérea.
Embarazaron niñas, forzaron tarea.
Meses en vaivén de com­bate anti­cas­trista,
per­son­al heri­do.
-una grey y aver­gon­za­da cica­triz
sana en el litoral.

Los ochen­ta: una con­fla­gración frat­ri­ci­da
de mutuo chan­ta­je.
Apa­sion­a­dos sec­tar­ios, nuevos posee­dores,
dog­máti­cos, seu­do-jus­ticieros de la his­to­ria,
sádi­cas car­i­cat­uras de mega­lo­manía,
dem­a­go­gos y asesinos de indígenas.

Evan­ge­liza­ciones marx­is­tas por doquier,
errad­i­cación de des­obe­di­en­cia.
Coléri­cos ván­da­los, con­tradi­jeron con balas
a resisten­cia pasi­va.
Tornaron dis­posi­ción tradi­cional en CDS.

Aprovecharon trastor­na­dos repub­li­canos,
divi­di­dos entre apoc­alíp­ti­ca faja bíbli­ca y plu­toc­ra­cia,
a comu­nidades ater­ror­izadas.
Covert oper­a­tions de la CIA,
mostra­ban armería y uso de radios.

Recur­sivos guer­rilleros pro­baron ser los Rama,
ocul­tos nativos donde vacío de luz,
se rev­e­la­ban luego dis­paro fatal.
Resuel­tos e invis­i­bles, exci­taron demasía
Mon­key Point, Will­ing Cay, Yolaina, Tor­suani, Río Maíz…
explota­ban bajo B‑50s de extin­ta guardia.

Estrate­gia opor­tunista de lid­er­az­go bas­tar­do,
ini­cia­ti­va sin reglamentación, para enmas­carar
nula vol­un­tad. Freno de com­bate region­al­ista:
bajo tutela com­pro­meti­da
total­i­tar­ios, leg­is­laron autonomía.

3

Se encam­i­nan nerviosas hormi­gas,
rocíos pasan fugi­tivos en mañanas soleadas,
aún cru­jen tal­los en la boca de un tapir.
Hemos vici­a­do ver­dades, siguen cifradas.
Crece el diámetro de un cedro, prosigue
caminos, eter­nos
de sel­va.

Entre tan­to
playas siguen rugien­do gar­gan­tas de ola…
Vet­er­a­nos espadas prosiguen fae­nas,
des­cansan en hamacas, miran lo alto,
remem­bran guardarse, oían explo­siones,
repeti­ciones, mar­til­los de metral­la,
fra­gan­cias de pólvo­ra y san­gre que­ma­da.
Cier­ran en sopor, viejos ojos de piel dura.

Un dory se desliza, el Maíz sig­iloso.
Espa­cio sobre: lleno escán­da­los de ave,
beju­cos y mus­gos, lagar­ti­jas que cor­ren…
Más aden­tro, menos luminis­cen­cia.
Fortísi­mas presencias/ausencias, intro­ver­tidas.
En Mun­do Rama mien­tras cazas,
remas, inmen­si­dad cohíbe entero.

-El tiem­po es tur­ba­da polea,
gira sobre eje pro­pio:
Han vuel­to fan­tasías canaleras,
cor­po­ra­ciones adies­tran presentación.

Estafador­cil­los siguen, tal enfer­medad.
Poquitos dólares, pros­ti­tuyen mis­er­ables,
embis­ten penas de nar­cos sodomi­tas:
leg­u­leyo, sobor­nos, insul­tos y homicidios.

Muti­la­dos árboles resisten inso­len­cia.
Cin­co sig­los de per­ver­sa altan­e­ría
yacen caren­cia, a pacientes eones soli­tar­ios.
Indios Rama no exis­ten sin tier­ra
y ella urge defensores.

Ven­er­an el alba, la cor­ri­ente, cal­ma.
Leen longev­i­dad sobre car­co­mi­das rocas.
Son entes de paz, sopla­dos por clo­ro­fi­la,
eter­na san­gre, eman­ci­pa­da del tiem­po.
Recor­ren, hom­bres y mujeres nat­u­rales,
una raza antigua que refuerza especie.

La Eternidad seguirá en vicisi­tud.
Desa­ten­derá cláusu­la, pere­cerá ide­ología,
habrá de morir la fútil ambi­ción.
Talvez se pier­da el bosque, pero algún día
regre­sará.

Author and dig­i­tal medi­as­cape artist. CON­TACT FOR WORKS AND COM­MIS­SIONS. Pub­lished poet­ry col­lec­tions include: Con­fla­gración Caribe (Poet­ry, 2007), the  lim­it­ed edi­tion Nicaraguan mem­oir Poet­as Pequeños Dios­es (2006)Novísi­mos: Poet­as Nicaragüens­es del Ter­cer Mile­nio (2006) and 4M3R1C4 Novísi­ma Poesía Lati­noamer­i­cana (2010). And for the time being, The Hyacinth: An On-going Nat Sec Sto­ry (lit­er­ary fic­tion), is in the process of being writ­ten, the work touch­es on a vari­ety of themes that include glob­al traf­fick­ing, sur­veil­lance cap­i­tal­ism, hys­ter­i­cal deprav­i­ty, mind con­trol, crim­i­nal tyran­ny, eco­nom­ic coer­cion, racist astro­turf­ing, whack­tivism, online dis­rup­tion, gag war­fare, proxy ter­ror­ism, deep­fake attacks, 21st Cen­tu­ry slav­ery, Et al.

© 2023 — Álvaro VER­GARA, All Rights Reserved.